martes, agosto 22, 2006

 

La privatización de Rosario Central


PACTO CON EL DEMONIO
El empresario de medios Orlando Vignatti se convirtió en el dueño del club de Arroyito. “Le vendí el alma al diablo por dos años”, dijo el presidente Pablo Scarabino. Socios e hinchas repudiaron el acuerdo a espaldas del pueblo canalla.
Por Carlos del Frade

Orlando Vignatti, el presidente del comité editorial del diario La Capital y ex director del Banco Provincial de Santa Fe, es el actual mandamás de Rosario Central. El despido del técnico Leonardo Astrada, pedido por Horacio Petaco Carbonari, desató una movilización social inusual en las calles rosarinas. Cientos de pibas y pibes pedían explicaciones, saber qué intereses estaban detrás de los ex jugadores de fútbol. Nadie se las dio. La asamblea de socios del viernes 4 demostró que las principales decisiones que comprometen al patrimonio de Central no pasan ni por los socios ni por los hinchas, solamente por algunos despachos judiciales y por las sedes extrañas que tendrán los representantes de una empresa con sede en Panamá llamada Argengol SA. El acuerdo entre Central y esa firma perteneciente a Vignatti, publicado en el sitio web Canalla.com, revela que la compañía aportará 150 mil dólares mensuales al club de Arroyito para quedarse con el 35 por ciento de todas las transferencias durante dos años. La garantía del convenio no es el patrimonio de los dirigentes sino las instalaciones de la entidad.
Scarabino decidió resignar la política a la prepotencia de las billeteras y ciertos favores en la gran prensa rosarina. Lo que sigue debe leerse como una crónica política, judicial y empresarial que está lejos de resumirse en los límites de la cancha chica del fútbol, sino que se inscribe en la difícil pelea cotidiana por ampliar las prácticas democráticas en la cancha grande de la historia. La asamblea. Dos integrantes de la propia familia del presidente del club, Pablo Scarabino, le dijeron a el eslabón que habían llorado por la salida del ex jugador de River. Y que estaban hartos de la vida que llevaban como consecuencia del rol del jefe de hogar. Por esos días apareció el contrato entre el club y un grupo inversor radicado en Panamá en donde todo el patrimonio de Central se ponía como garantía a cambio de 150 mil dólares mensuales. Ese grupo, según informó el diario El Ciudadano el 7 de junio, está constituido por una sola persona que es Orlando Vignatti, presidente del comité editorial del diario La Capital y empresario en distintos rubros. Los diarios deportivos de Buenos Aires, sostenían que Vignatti había sido socio del presidente de Newell’s, Eduardo López, en la compra-venta de varios jugadores en el pasado cercano. No es el único negocio que hacen juntos. El propio diario El Ciudadano, fundado por Vignatti es ahora propiedad fáctica del presidente de Newell’s. Lo más curioso es que Scarabino y el abogado Alejandro Sinopoli habían presentado varias denuncias penales contra el potencial delito cometido por Vignatti contra Central en las administraciones anteriores. Ahora, en menos de dos años, uno de los supuestos responsables del desastre institucional del club se convierte en su salvador. Era necesaria una explicación. No fue posible. El oficialismo sostiene que el contrato con el grupo inversor es similar al que se pueda contraer con el Banco Hipotecario o con el Nación para comprar un casa. Porque uno pone en riesgo su patrimonio. Pero Vignatti no es el Banco Hipotecario ni el Nación. Ni tampoco Central necesitaba una casa. Mientras se esperaba por el inicio de la asamblea del viernes 4 los comentarios entre socios oficialistas y opositores de varias agrupaciones era el contrato. Esa fue la idea fuerza que circuló en la doble asamblea realizada en Catamarca al 3500 y a la que fueron más de mil trescientas personas. Aunque el diario de Eduardo López, El Ciudadano, tituló que la asamblea fue un trámite para el presidente Pablo Scarabino, ni lo que sucedió allí ni sus consecuencias políticas le dan la razón al medio del presidente de Newell’s. El movimiento “Canallas por la Recuperación de Central” ganó dos lugares entre los seis integrantes de la Junta Electoral para los comicios del diez de setiembre. No fue un gesto generoso ni una graciosa concesión del presidente como lo escribió el sitio oficial del club. Fue una conquista política de una nueva línea interna gestada desde la juventud centralista asqueada por los negociados que en nombre de la identidad y pasión populares se hacen a favor de pocos y la permanente resignación de los que son más. Pero además de esta información, no hubo explicaciones sobre el mencionado contrato entre la inescrutable empresa Argengol de Panamá y la actual dirigencia canalla. Simplemente hubo diferencias con el pasado encarnado en Jorge Sauán. La Fiscalía de Estado de Santa Fe habrá tomado nota de los cuestionamientos sobre números y estrategias políticas que jamás serán respondidos a los supuestamente verdaderos dueños del club, los socios de Central. Sería un hecho periodístico interesante publicar las opiniones de los veedores de las asambleas de los clubes rosarinos. Una verdadera contribución para descifrar el rol de los organismos oficiales en torno a las entidades civiles sin fines de lucro que, dicen, sigue siendo la razón existencial de los clubes. Memorias. El 30 de junio de 2004, Pablo Juan Bautista Scarabino, presidente de Rosario Central, con el patrocinio letrado del doctor Alejandro Sinopoli, le presentaron al entonces juez Alfredo Ivaldi Artacho, titular de instrucción de la décima nominación de los tribunales rosarinos, un informe sobre distintas operaciones comerciales realizadas por firmas vinculadas al empresario Orlando Vignatti, especialmente las llamadas Cable y Cía SA y Millhan Corp SA. Allí se informaba que Central comenzó la venta de porcentajes de jugadores en el año 1998 con la fundación de Calcio SA el 14 de agosto de aquel año, a través de una operación que involucra a Cable y Cia SA por medio millón de dólares. Los accionistas de Cable y Cia SA son Orlando Vignatti, y María Elena Montenegro con solamente el 3 por ciento del capital accionario. Entre los objetivos sociales de Cable y Cía. SA no figuraba la inversión en jugadores de fútbol. La empresa tampoco estaba registrada en ingresos brutos en la provincia de Santa Fe, ni capital social que pueda justificar aquella inversión y “no existen ingresos justificados en Cable y Cía. SA por la suma de 500 mil pesos que permitan efectuar el mencionado préstamo” a Central, dice el informe. El dinero tenía como destino otorgarlo en garantía de un porcentaje del jugador Germán Rivarola. El regreso de Vignatti. “Cuando se habla de grupo inversor parece mala palabra, por eso tiene que salir uno a poner la cara y decir: si señores, soy el que maneja esto”, sostuvo Orlando Vignatti en la entrevista que le hizo el periodista Guillermo Ferretti en el suplemento “El Hincha”, el pasado 7 de junio de 2006, en el diario El Ciudadano. “Me han hablado para que encabece un grupo de inversores, extranjeros y locales. Después de varias charlas y reuniones con los dirigentes de Central se llegó a un acuerdo de partes y ahora estamos esperando el okey de la jueza porque el club está en concurso (de acreedores). Y este tipo de acuerdos debe estar homologado por la jueza que atiende el caso”, dijo Vignatti. Al recordar sus anteriores negocios con los jugadores de Central, el empresario dijo: “Me fue muy mal. Fui un inversor muy importante en Central durante la etapa anterior. Pero en el concurso preventivo perdí los derechos económicos de cada jugador en el que había invertido. Perdí todo. Tenía dos millones y medio de dólares invertidos en Central a través de una compañía y no se me reconoció ni un solo centavo. Así que en materia de fútbol, con Central, no sumé ni un punto”, sostuvo el hombre de Capitán Bermúdez sin explicar por qué no tuvo reconocimiento judicial ni tampoco las particulares compañías que conformaba en cada incursión futbolera. “Yo no invierto. No pongo absolutamente nada. Me habló gente que confía en mí, que está acostumbrada a hacer negocios. No tiene que ver con el fútbol y está dispuesta a poner plata. Como yo tengo experiencia, más allá de que me fue mal, algo aprendí de esto. Por eso me pidieron que le maneje los fondos que piensan invertir y que Carbonari sea el asesor deportivo”, aseguró. Cuando el periodista le preguntó sobre su relación con Scarabino, que lo había llevado a tribunales, dijo: “No soy un resentido. La vida te da revancha a la vuelta de la esquina. Pero yo estoy despojado de odio y de maldad. Me pueden hacer cualquier daño, pero yo no voy a responder con la misma moneda”, remarcó San Vignatti. En la misma nota, el empresario comentó que al hacer una auditoría se encontraron con un gasto de 450 mil pesos mensuales, por lo que la inversión debía ser de tres a cuatro millones de dólares, “siempre hablando de no vender a ningún jugador del plantel”, indicó. Vignatti explicó que los inversores recibirán un porcentaje que varía entre el cinco y el quince por ciento de cada jugador que se venda. “Esto tiene que ser muy transparente. El día que se firme el contrato, tiene que aparecer en todos los medios. Acá el dinero es blanco, está pasado por los bancos, no hay nada raro. El grupo quiere un control. No queremos coadministrar el club, sólo queremos saber adónde van a ir los fondos. Nadie acusa que el club está mal manejado... Scarabino ganó las elecciones y al club lo manejará él. Lo único que pretende el grupo es que el dinero invertido se derive al fin de realizar la contratación de refuerzos”, apuntó para finalizar. Sin embargo, si algo quedó claro porque fue dicho y recontradicho en los medios de comunicación, es que Carbonari se sintió molesto con Astrada y que semejante hecho fue determinante para la renuncia-despido del hasta entonces entrenador. Y queda claro que detrás de Carbonari está Vignatti y detrás de Astrada, la gente, los socios y hasta el domingo en que el equipo ganó la copa Sancor en Rafaela, el propio Scarabino. Con lo cual la “coadministración del club” es una realidad, política, económica y deportiva. En forma paralela, vinieron las compras de Wanchope, el regreso del Kily González, Conca, Azconzábal y Garcé. El despido de Astrada, la llegada de Gorosito y las palabras nunca desmentidas por Scarabino que, según el ex técnico el presidente le habría dicho: “Le vendí el alma al diablo por dos años”. En la semana previa a la asamblea extraordinaria y ordinaria, el contrato que según Vignatti debía hacerse público por todos los medios de comunicación, solamente apareció en el sitio Canalla.com. El contrato. “Contrato de asistencia financiera” se llama el convenio celebrado entre Argengol SA y el Club Atlético Rosario Central, según lo publicado por el portal Canalla.com. Por Central firmaron el presidente Scarabino, el secretario Gonzalo Estévez y el tesorero, Marcelo Gastaldi; por la empresa, el abogado Gustavo Isaack, con domicilio en Santa Fe 1211, piso 11 de la ciudad de Rosario. Aergengol SA tiene, según este contrato, residencia en la República de Panamá, una de las pocas naciones en el planeta que no tiene ningún antecedente futbolístico de valor. Entre las cláusulas del acuerdo se menciona que Central ingresó en concurso de acreedores el 1º de diciembre de 2003, que el 12 de octubre de 2005 hubo acuerdo en sede legal, que la empresa manifiesta su intención de “colaborar con el club en la difícil tarea de mantener la continuidad de su actividad respetando sus compromisos y cumpliendo cabalmente con la tramitación y pago a acreedores del referido concurso mediante el siguiente soporte empresarial y profesional”. Argengol SA financiará a Central para la incorporación de refuerzos, mantenimiento del plantel profesional y permitirá la optimización de las transferencias onerosas de jugadores. Hará un “aporte del consejo empresarial de la empresa a Rosario Central a los fines de perfeccionar el manejo del fútbol por parte de la dirigencia con el objetivo de tender hacia la profesionalización de los dirigencias en un marco de adaptación a la realidad del mercado mundial del fútbol”. La asistencia financiera será de 150 mil dólares mensuales durante 24 meses, haciendo un total de 3 millones seiscientos mil dólares. Ese dinero mensual deberá hacerse efectivo dentro de los primeros ocho días hábiles de cada mes. La deuda se pagará cada seis meses, al cierre de cada libro de pases. El club le dará a la empresa el 35 por ciento de cada transferencia en concepto de “cancelación a cuenta de la asistencia financiera”. El primer aporte se hizo en el mes de junio de 2006 luego de la aprobación judicial del contrato. No hace falta la asamblea, no hacen falta los socios, no hacen falta los hinchas. En la cláusula denominada “de la garantía de la empresa” se lee que “el club otorga y la empresa toma como determinante de la contratación la garantía que deviene de todo el patrimonio de la institución que surge del último balance auditado y certificado”. Las ventas de jugadores deberá ser autorizadas por la justicia, tampoco aquí se mencionan a los socios, los hinchas ni las asambleas. Esas negociaciones deberán ser conocidas por la empresa. El primer vencimiento ocurrió el 31 de julio de 2006, el segundo el 31 de enero del próximo año, el tercero el 31 de agosto de 2007, el cuarto el 31 de enero de 2008 y el último el 31 de agosto del mismo año. El interés será del 18 por ciento anual más un 8 por ciento como punitorio por distintas morosidades. También la empresa se quedará con el 5 por ciento del ingreso neto de cada transferencia. El club será responsable del 15 por ciento para Futbolistas Argentinos Agremiados, el 2 por ciento para AFA, otro 7 por ciento para la misma entidad y un 0,5 por ciento para el gremio de los futbolistas por otros conceptos. “La empresa percibirá la utilidad establecida hasta el 31 de enero de 2009”, también se especifica en el contrato. El 20 por ciento de la venta de jugadores será depositado en el Banco Credicoop, la llamada “banca cooperativa” dirigida por el progresista Carlos Heller. También se especifica que la empresa gobierna a través de su representante, Horacio Carbonari, como secretario técnico y que el agente de jugadores será Juan Carlos Silvetti, ex militante peronista de los tiempos de Antonio Andrés Vanrell. La única instancia para dirimir cualquier tipo de inconveniente derivado de los incumplimientos del contrato será el Tribunal Arbitral General de la Bolsa de Comercio y de manera curiosa se agrega que debe renunciarse “a cualquier otro fuero o jurisdicción que pueda corresponder, aun la justicia federal”. Por último, hay párrafos dedicados a la jueza que entiende en el concurso de acreedores en donde se dice que “el crédito a contraerse no compromete el patrimonio de la institución porque a ojos vista con la transferencia de un solo jugador podrá pagarse razonablemente el empréstito en cada semestre de acuerdo a lo fijado...”. Con lo que cualquiera puede pensar que si todo puede resolverse desde la dirigencia del club y con la venta de un solo jugador, entonces, ¿para qué se tiene que firmar el contrato con Argengol? No hubo asamblea, ni socios consultados, ni publicación en los medios de comunicación masivos ni tampoco se discutió con los hinchas. Es una realidad. Carbonari, la expresión deportiva de Orlando Vignatti, hasta hace dos años responsable potencial del desastre económico de Central, ahora no solamente es presentado como su salvador sino que conduce los destinos del club.





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