miércoles, agosto 09, 2006

 

La gran estafa

ROBO DE IDENTIDAD

El talentoso maquetador de este medio perdió su DNI y a partir de entonces su vida no fue igual. Un impostor tomó su nombre y le generó más de un dolor de cabeza. Un posible guión cinematográfico que escucha ofertas.

Por Julián Lafuente

Una mañana suena con furia el teléfono en tu casa, vos no tuviste la mejor noche pero asumís el compromiso y atendés. Del otro lado del tubo una voz imperturbable sugiere que te hagas cargo de la deuda de una tienda de ropa que odiás. Días después, un poderoso banco extranjero envía un telegrama a la casa de tu viejo y te intima a que “regularices la situación”. Por si fuera poco, en los registros de algunos comercios tu nombre figura entre los morosos y hasta se toman el atrevimiento de agregar en la columna siguiente de tu deuda “choro hdp-no alquilar”. El sistema entero sospecha que sos peligroso. Y deja en claro que los únicos timadores son las instituciones financieras y comerciales que adhieren a su imperio.

Te inmovilizan la cuenta bancaria y te aseguran que te van a rematar la casa. Tu apellido no es Yabrán. Lógicamente empezás a preocuparte.

Antes que algún inspirado guionista de cine tome por asalto esta historia nos apuramos a publicarla.

Los hechos. “A mediados del año 2004, perdí mi DNI. El mismo estaba en mi billetera junto con algunos billetes, la tarjeta del banco, la de la obra social, el carnet de la pileta. Hice la denuncia de extravío y empecé el trámite para que me hagan otro. También anulé la tarjeta del banco y pedí otro carnet a la obra social”, explica incrédulo el damnificado.

García Alfaro, el Javi, además de ser un ciudadano que paga sus impuestos –cuestión que no le despierta el más mínimo orgullo–, es antes un artesano de los más calificados del diseño gráfico en Rosario y trabajador de este medio, por nombrar sólo alguna de sus actividades de superficie.

El Javi no fue monaguillo, pero tampoco se prestó nunca a experimentos genéticos. Sin embargo, hace dos años que tiene un clon. Un muchacho que no se le parece en nada, pero que a raíz de haberle sustraído el documento comparte su identidad ante el sistema bancario y comercial. Para desgracia del diseñador de el eslabón, le tocó un “otro yo” travieso.

Consultando la página del Banco Central, consta que Javier García Alfaro –el impostor– hizo operaciones en la Banca Nazionale del Lavoro SA, FF Consubond, Nuevo Banco del Suquía SA, HSBC Bank Argentina SA. En donde dice “Resumen de Cheques Rechazados en Cuentas Personales” figura un total de 47.644,30 pesos. “Ahí me doy cuenta que el que tiene mi DNI extraviado es un verdadero maestro de la estafa. Alguien que se dedica a eso y tiene todos los contactos. En resumen, un groso…”, calificó al hecho el verdadero García Alfaro. “Qué pesadelha”, diría Maradona.

Mientras iba atando los hilos de la estudiada jugada de su clon, el Javi tuvo que ir explicando a todos los comerciantes estafados que él no es quien dicen que es. El es otro. Y nunca compraría ropa en C&A.

Pese a eso primero debió pasar por la gerencia de esa tienda de pilchas desabridas a aclarar su situación. Los empleados no le creyeron. Indignados le reprocharon que pague. Era poca plata. Sobretodo para alguien que figuraba en la ficha de inscripción de la firma con el oficio de vendedor de oro.

Enemigo Público. Más adelante, ya asesorado por una abogada, el damnificado se dirigió a Alternativa Video Club, donde figura una deuda a su nombre de más de seis mil pesos en DVDs que nunca devolvió. Pero que tampoco vio.

Dudando si no era sonámbulo o el protagonista esquizofrénico de la película El club de la pelea, el Javi fue a la empresa CTI a sacarse su primer celular. No pasó la primera ventanilla. Allí una empleada de la firma le dijo que primero tenía que abonar las deudas de sus otros dos teléfonos. Aparatos que jamás tuvo, pero que García Alfaro clon disfrutó seguramente.

Si a esta altura usted en un caso similar no utilizó nitroglicerina de fabricación casera y voló buena parte de las instituciones comerciales (como en la película de Brad Pitt) que operan con dudosa eficacia en la ciudad, es porque no se llama Javier García Alfaro. El verdadero.

Dotado de una paciencia tibetana, el maquetador se presentó ante la Justicia por una demanda en su contra. Una señora había recibido un cheque por una importante suma de dinero (600 pesos, muchos para una pequeña comerciante) de parte del insaciable clon que, obviamente, no tenía fondos. Para demostrar su inocencia, el Javi tuvo que realizar un reconocimiento de documentación firmada por uno que se hace pasar por él respondiendo “no, no es cierto” a las preguntas del abogado demandante y luego someterse a una pericia caligráfica de más de una hora, donde a lo Bart Simpson debió escribir varias veces las mismas palabras. Ahora deberá esperar los estudios de la perito calígrafa, quien tendrá los resultados en algunas semanas. Aunque haya cobrado en efectivo 450 pesos que el propio damnificado tuvo que abonar.

Por lo pronto, el original García Alfaro tiene un pedido general de inhibición de bienes y no puede sacar dinero de su caja de ahorros hasta que se resuelva su situación.

Capitalismo para todos. “Lo que queda claro es la vulnerabilidad del sistema. Sólo con un documento podés abrir una cuenta bancaria y te dan una chequera. Si cae en manos de gente que sabe, fijate el despelote que puede hacer”, asegura el Javi. Lo más increíble es que el clon tiene un domicilio legal en Rosario y sigue operando a cara descubierta, pese a que su rostro fue fotocopiado junto al DNI sustraído en las distintas instituciones donde realizó transacciones. El documento figura como rectificado. Es decir, ni en el Registro Civil ni en la Policía le pidieron la partida de nacimiento para que el DNI continúe en circulación.

La documentación recopilada es suficiente como para probar el fraude. Pero el Javi, el que tiene en su poder el certificado que prueba dónde y cuando nació y familiares, amigos y testigos que pueden dar fe de quién es, está bajo la lupa del mismo sistema que a la vez que demuestra la permeabilidad de su método de seguridad lo ubica en el nivel de máxima morosidad en el Veráz.

A los aspirantes a guionistas: si les falta letra para una película de las buenas, pasen por Zeballos 1655 y pidan hablar con Javier García Alfaro. El sabe dónde vive el impostor y a lo mejor le dan una idea para un final feliz•






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